El campo de fútbol de La Junquera está desde el miércoles con mucho silencio. Es como si la hierba echara de menos el ir y venir de Pablito. Decía la chica que el jueves abrió el campo de fútbol “que tuvo la sensación de un vacío tremendo, como si el campo estuviera incompleto sin la presencia de él”.

Mensajes de condolencia de futbolistas, de chavales, de directivos, de aficionados, de la Federación. Todos coincidiendo en lo mismo: la bondad del eterno utillero del club. En el campo de La Junquera, Pablito habitó la última parte de su vida. Y lo que son las cosas: muchas veces terminas tu camino donde lo has empezado. Él vivió sus últimos tres años haciendo lo que hacía de niño y adolescente: ser el utillero de un equipo de fútbol. La vida no le fue fácil y el fútbol fue el sitio que más le protegió siempre.

David Casado, responsable de la cantera de La Junquera, decía “el mayor acierto de la vida de este club ha sido tener a Pablito, el mejor fichaje que hemos tenido nunca”. Insiste en lo que dejó: “nos enseñó cómo vivir, ser de verdad, era un fenómeno”. El antiguo presidente, José Vilaplana ha dicho que “a Pablito lo quería todo el mundo, un ejemplo de la vida, ojalá todas las personas fueran como él, un hombre como Dios manda. Vilaplana lo recuerda con su chándal de La Junquera, su sonrisa y su corazón:” la vida te enseña que, en numerosas ocasiones, el más humilde es el que tiene mejor corazón que es el mejor tesoro de una persona, no había otro corazón como el de Pablito”. Se ha ido el amigo de todos en el campo de fútbol de La Junquera.