Un loco maravilloso

El más valiente fue el Córdoba. Por eso ganó. Se llevó un partido con grandes dosis de emoción. Hasta de locura. Lo del último cuarto de hora fue mágico. El fútbol es así. Cuando estás a punto de ganarlo, lo pierdes. Y cuando estás a punto de perderlo, lo ganas. A los 39 minutos estaba cerca del 2-0 y se vio con el 1-1 y quedándose con uno menos por una expulsión absurda de Piovaccari. Cuando quedaban veinte para el final, estaba casi sobre la lona. Una expulsión del visitante Pomares  y un gol de Jovanovic le daba la vuelta a todo. Por eso es tan grande el fútbol. 4-2. Ver para creer. El Extremadura fue un digno adversario. Si juega así, saldrá pronto del farolillo rojo y de la zona del descenso. Tiene a un futbolista exquisito como Roberto Olabe. Tocón.

La cosa comenzó bien. Golazo de De las Cuevas en un zapatazo impresionante desde la frontal. Se las prometía felices el Córdoba que tuvo ocasiones para abrir más distancias. Romero corría suelto como una liebre. Lo paraban como podían los defensas. Es un jugador que cuando tiene ganas es imparable. Se buscaba el gol de la tranquilidad y lo que se encontró fue la intranquilidad absoluta. A seis del final, el pichichi de segunda aprovechó un balón suelto (en una jugada embarullada) para hacer el empate. Despiste. Lo peor fue que Piovaccari agarró el balón después de besar la red y al querer quitárselo Gallego, el italiano le dio un empujón. Amarilla. La segunda. En un momento con diez y con 1-1.

La segunda empezó mal. El Córdoba estaba muy preocupado. Estaba en inferioridad. Se fue echando para atrás hasta que el Extremadura lo encerró. Parecía atado. No salía. No jugaba. No inventaba. Llegó Willy  y marcó. 1-2. Más cuesta arriba. Parecía que todo estaba perdido. Hasta que Pomares le dio con la mano a un balón en banda. Segunda amarilla e igualdad numérica. Miedo para el Extremadura y alas para el Córdoba.

En medio de ese terror para los azulgrana, Aitor peinó un balón hacia atrás y Jovanovic aprovechó su velocidad para ganarle la partida en carrera Se plantó ante el meta azulgrana y lo batió. 2-2. La remontada se iniciaba y ya sería irrefrenable. Estaba que se salía el serbio quien haría el 3-2 despistando al arquero que esperaba su centro y no un tiro sin ángulo que le saló y se coló milagrosamente dentro. El meta dejó libre el primer palo para que la pelota entrara. Los dioses estaban con el Córdoba quien remataría la faena con el gol de Jaime Romero. Por entonces, el Arcángel era una locura fantástica. La gente se abrazaba, se besaba, se llevaba las manos a la cabeza, al corazón, se frotaba los ojos. El mismo Córdoba del año pasado. Un loco maravilloso.

 

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Comentarios

Una respuesta a «Un loco maravilloso»

  1. mvalero

    4.5

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