Decía Riera, en el primer encuentro de las Jornadas de Otoño, que en los años de la transición “queríamos cambiar el mundo con la fuerza del amor”. Y todo en esos años de intensidad, debate, esperanza y compromiso. En tiempos de búsqueda suelen aparecer todas esas cosas maravillosas. En realidad son deseos. Y se viven de verdad. Era un mundo que estaba empezando (como decía Sergio Vila Sanjuán). Pero ese tiempo pasó. Estamos en otro. Otro que no sabemos que si está empezando, parado o acabado. Hay muchos juglares que nos venden realidades distintas. No sabemos ya ni quiénes somos.
Carme Riera terminó respondiendo a una pregunta. Se la hizo Vila Sanjuán. ¿Para qué sirve la literatura? Ella fue contundente: “la literatura no sirve para nada”. Supongo que no lo diría de verdad pues poco después reconoció que “sirve para recordar lo que somos”. Sí, para despertarnos. La literatura sirve para engañarnos. A nosotros mismos. La insoportable levedad del ser hace imprescindible tener que mentirnos continuamente. Aunque sea con palabras.
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