El partido ante el Rayo ha sido un esperpento. Primero con la alineación de Curro Torres con Aythami de capitán, tras no cansarse de repetir esta semana que se quería ir y con Expósito en el once (no sabemos a cuento de qué fue titular). Y luego está la falta de entusiasmo. Un problema de actitud. El aire empieza a ser irrespirable. Cada vez hay más cosas inexplicables. Iker Jiménez tendría que echar horas extras en Cuarto Milenio para explicar todo lo que pasa en el Córdoba. Un presidente que hoy dice blanco y mañana negro. Una plantilla de la que se decía que no estaban a gusto con Sandoval pero que siguen sin dar lo que tienen con Torres. Solo una victoria desde que se fue el de Humanes. Una afición de la que nadie se acuerda aunque demuestren cada día que por encima de todo está el sentimiento. En fin, que lo que pasa es que hay un problema de sentimiento que es un déficit de interés.
Esta mediodía al Córdoba le salvó la suerte, Carlos Abad y que enfrente estaba el Rayo Majadahonda. Los madrileños lo tuvieron todo de cara para ganar pero no aprovecharon las concesiones de un equipo a la deriva. La sensación que dejó el Córdoba fue mala. Su afición está harta. De todo. De lo que sucede en los despachos y de lo que sucede en el campo. Es para estarlo. El partido empezó con los dos equipos concediéndose regalos. El partido no era de calidad pero muy divertido por los errores. Javi Galán concedía balones al rival. No solo él. También Vallejo o Touré. Además Aguado no ponía una bien. Jovanovic dejaba claro que su velocidad es más aprovechable en las segundas partes (cuando los rivales están cansados) y el resto también se contagiaba de una ambiente que conducía al naufragio antes o después. Llegó el gol rival en un balón donde Javi Galán no fue a tapar y Carcelén la metió dentro.
Quedaba mucho pero todo era un chiste. Ni orden ni concierto. Solo Jaime Romero llevaba peligro. Eric Expósito estaba perdido. Casi tanto como Jovanovic que era una vela pagada. Al descanso, la afición abroncó a los suyos. Estaban que trinaban. Parecía que iba a ver dos cambios pero solo hubo uno. El de Alfaro por Aguado. Es cierto que Álvaro no estaba bien pero sin él, todo fue peor. Nadie tenía el balón. El peso cayó Touré que es más para acompañar y robar que para organizar. El Rayo tuvo el 0-2, el 0-3 y hasta el 0-4. Carlos Abad y la mala puntería de los rayistas lo evitaron. Pero las sensaciones eran malas. Y en medio de todo eso. Salió Piovaccari que, como ante Las Palmas, fue decisivo. Él solito se inventó una jugada con un golpeo en la frontal descomunal. 1-1. Empate y jugando mal. No hubo tiempo para pensar en victoria pues Aythami fue expulsado justamente tras ser perdonado en una jugada anterior. Los experimentos de Curro salieron mal. El Córdoba empató tirando de fortuna y de la endeblez ofensiva del Rayo Majadahonda.
El partido fue una broma. De mal gusto. De principio a fin. Algo pasa en el Córdoba que no me gusta nada.
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